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Hola, pequeño mundo. Sé que hay alguien ahí, alguien leyendo esto... Lo sé. Estás ahí, aunque no des señal de vida. A ti, quería hacerte saber que por fin soy feliz...


Se llama Pablo, y tiene los ojos más maravillosos que he visto nunca, una galaxia entera de verdes y amarillos, de fibras de miles de colores que te atrapan y te enredan. Unas cejas espesas y atractivas, enredadas y oscuras, misteriosas ante todo. Labios espesos, puertas del calor más agradable y apacible, de la pequeña esencia que da vida a mi corazón cuando este se siente solo.


Él lo es todo ahora. Me hace feliz, no me abandona, me apacigua incluso en su ausencia... Y me quiere ante todo. Me quiere y le quiero.


Y no es un amor como los que he creído sentir tantas otras veces... Él me completa, y lo siento muy dentro de mí. Estoy tan segura de que cambiará mi vida que pagaría lo que fuera para que pudieras verlo en el futuro.


Con él es todo tan fácil... Las palabras salen de mí fluyendo sin obstáculo alguno, sin pensar, sin trabas. Él dicta mis sentimientos. Y me gustaría tanto que le vieras... No habría nada de él que pudiera disgustarte, ¿sabes? Tal vez su impaciencia al esperar a verme... O su nerviosismo cuando espera mi llamada. Pero ambas cosas me parecen tan dulces que no puedo evitar amarle más. Es lo que me gusta pensar.


La verdad es que tengo miedo. Estoy muerta de miedo. ¿Puede algún día llegar a casa y darse cuenta de que no me echa de menos? ¿De que.. Ya no soy ese vuelco en su pecho? ¿Puede?


Sé que entonces no habrá un mañana para mí. No sin él. 


Es como.. Como todo aquello de lo que siempre has oído hablar y que nunca has creído. Ese amor que puede con todo, con el tiempo y con la distancia, con los momentos angustiosos, horribles... Que traen después una cálida reconciliación. Es mi amor...


Es mi amor.