Llevo mucho tiempo queriendo volver a escribir algo, llevo mucho tiempo abriendo y cerrando páginas en blanco... Pensando en qué es lo que pienso.
Releo mis sentimientos, todo aquello que escribía pensando en ti, todas aquellas cartas repletas de rayos de luz y felicidad, de ilusión, de amor rebosante... Y sin quererlo, me emociono. La diferencia entre ambas situaciones, amor -si es que todavía debo llamarte así-, es que esta no es una emoción alimentada de mariposas. No hay ilusión, ni tampoco rayos de luz y felicidad, sino tan sólo recuerdos de esto. No sé qué ha sido del amor rebosante, no sé a dónde fue, ni tampoco por qué no vuelve.
Una persona muy importante en mi vida dijo que las relaciones se basan en conocer a una persona hasta el punto de decidir si quieres seguir formando parte de la vida de esta, si quieres -no en todos los casos, ni necesariamente- casarte con esa persona, o tener hijos con ella. Curiosamente, hoy ha estado rondando por los cajoncitos de mi mente dicha frase. Y me he dado cuenta de que cuanto más te conozco menos te conozco. He descubierto que aquella persona que conocí entre los pasillos de un instituto y consiguió que me enamorara por primera vez, era una persona completamente distinta a la que estaba hoy a mi lado.
Me pregunto por qué pasó... Me pregunto por qué dejaste que pasara, o por qué lo dejé yo, quizá. No aguanto mirarte y no sentir lo que me hacías sentir. No soporto mirarte con rabia e incluso algunas veces desprecio, no puedo aguantar el odiarte, o odiar esto en lo que nos hemos convertido. Que te rías de idioteces que no me hacen gracia, que te rías de las cosas que me gustan, que no te tomes enserio las cosas que me importan. Que creas que he tenido un mal día cuando te miro y no siento nada. He perdido las ganas de llorar, aunque sé que reaparecerán cuando menos me lo espere, atacando las barreras de mi propia fuerza interior.
En el último fragmento que escribí, hablando -por supuesto- de ti, acabé diciendo que confiaba en ti, en mí, y en lo que sentía. Sin embargo, esta vez no sé si voy a ser capaz de luchar hasta el final. Da por hecho que lucharé, pero no te puedo asegurar que el final no esté cerca, no puedo asegurarte que todo se solucionará y que mi corazón volverá a dispararse a mil por hora cada vez que te vea o hable contigo. No puedo prometerte que querré verte a cada minuto, que querré abrazarte y dormir a tu lado. No puedo seguir engañándome a mí misma tan sólo por querer que todo vuelva a ser como antes. No puedo seguir diciendo "te quiero" por costumbre, o porque quiero creer que lo hago. No puedo seguir respondiendo a tus besos, cuando intento evitarlos en todo momento. No sé si siento algo. No sé si ya ha muerto todo. No sé, no sé. No sé nada.
AEEPDLM
Existe un lugar distinto a cualquier otro, un país de maravillas, de misterios y de peligros. Dicen que para sobrevivir en él hay que estar tan loco como un sombrerero. Por suerte... Yo lo estoy.
lunes, 9 de julio de 2012
domingo, 22 de enero de 2012
Días y días
Un uno de enero, de un año 2012, te hice una pregunta. Pregunté si pasarías el resto de tus días conmigo; Y respondiste sí.
Ahora, en un presente un poco más futuro que aquel presente pasado, los días se me presentan difusos. Estoy atrapada en un presente que no se mueve, un tiempo parado en mitad de la nada, en mitad de un todo, de la existencia de ese tiempo y del tiempo que pasa en sí. Me he dado cuenta de que la vida va con pilas y estas se agotan sin previo aviso, de que tal vez ese tiempo detenido no está detenido y todo fue un engaño de sus ojos... O quizá de su sonrisa.
Ahora, en una realidad muy distinta, todo nuestro mundo se viste de matices negros. Mis sentimientos golpean las paredes de mi pecho intentando salir y la lluvia en mis pestañas se vuelve tormenta. Las noches son pesadillas y los días pesadillas con más luz.
Ese pretérito imperfecto, en el que tan sólo bastaba con que nos quisiéramos el uno al otro, me parece un recuerdo borroso.
Sé que nos es fácil estar a mi lado, que pierdo los estribos muy facilmente y que convives con mis múltiples personalidades. Sé que es difícil imaginar un día a día parecido tal y como están las cosas. Sé que sufres con estas situaciones, y que sólo deseas que no vuelva a pasar algo así; que quieres que todo vaya bien.
Pero a veces, amor, las cosas no van bien. A veces, por mucho que intentas controlar ese yo interior que lucha por salir con todas sus fuerzas, es inevitable que consiga escapar y hacer de las suyas; que es muy complicado reír cuando algo te afecta y callar cuando quieres gritar. Que te quiero, ante todo, y como tú bien dijiste, eso no debes olvidarlo nunca.
Me cuesta respirar cada vez más, por lo cual te pedí que acabaramos con esta agonía lo antes posible. Pero no ha sido así, y ahora mi pecho está repleto de huecos en los que faltan sonrisas y felicidad.
No sé cómo hemos llegado hasta este punto, amor. Tampoco sé cómo saldremos de él. Pero confío en ti, y en mí. Confío en lo que siento, y también en mi fuerza para luchar hasta el último momento. Así que por favor, por favor... No desistas. Ama mis defectos y yo haré lo mismo con los tuyos, ríete de mí, yo de ti, y ambos de nosotros mismos.
Te amo.
Ahora, en un presente un poco más futuro que aquel presente pasado, los días se me presentan difusos. Estoy atrapada en un presente que no se mueve, un tiempo parado en mitad de la nada, en mitad de un todo, de la existencia de ese tiempo y del tiempo que pasa en sí. Me he dado cuenta de que la vida va con pilas y estas se agotan sin previo aviso, de que tal vez ese tiempo detenido no está detenido y todo fue un engaño de sus ojos... O quizá de su sonrisa.
Ahora, en una realidad muy distinta, todo nuestro mundo se viste de matices negros. Mis sentimientos golpean las paredes de mi pecho intentando salir y la lluvia en mis pestañas se vuelve tormenta. Las noches son pesadillas y los días pesadillas con más luz.
Ese pretérito imperfecto, en el que tan sólo bastaba con que nos quisiéramos el uno al otro, me parece un recuerdo borroso.
Sé que nos es fácil estar a mi lado, que pierdo los estribos muy facilmente y que convives con mis múltiples personalidades. Sé que es difícil imaginar un día a día parecido tal y como están las cosas. Sé que sufres con estas situaciones, y que sólo deseas que no vuelva a pasar algo así; que quieres que todo vaya bien.
Pero a veces, amor, las cosas no van bien. A veces, por mucho que intentas controlar ese yo interior que lucha por salir con todas sus fuerzas, es inevitable que consiga escapar y hacer de las suyas; que es muy complicado reír cuando algo te afecta y callar cuando quieres gritar. Que te quiero, ante todo, y como tú bien dijiste, eso no debes olvidarlo nunca.
Me cuesta respirar cada vez más, por lo cual te pedí que acabaramos con esta agonía lo antes posible. Pero no ha sido así, y ahora mi pecho está repleto de huecos en los que faltan sonrisas y felicidad.
No sé cómo hemos llegado hasta este punto, amor. Tampoco sé cómo saldremos de él. Pero confío en ti, y en mí. Confío en lo que siento, y también en mi fuerza para luchar hasta el último momento. Así que por favor, por favor... No desistas. Ama mis defectos y yo haré lo mismo con los tuyos, ríete de mí, yo de ti, y ambos de nosotros mismos.
Te amo.
lunes, 2 de enero de 2012
En algún momento, en una tarde de mayo, me vi obligada a quererte. Ese sentimiento, tan profundo como la oscuridad que se esconde en el hueco más ínfimo de una estrella, capaz de llenar el corazón de los ricos y el bolsillo de aquellos que no tienen hogar, nunca se desvaneció. Es en esta última tarde de diciembre que recuerdo un año pasado. Un año plagado de risas y lluvia en mis pestañas, de páginas rotas y tinteros borrachos de negro.
Se quedaron atrás los abrazos a escondidas, las risas en cada esquina, los roces de nuestras manos, las miradas furtivas entre una multitud de gente que no nos entendía. Este pretérito imperfecto siempre me recordará a ti, y a la felicidad que me invadía al darme cuenta de que formaba parte de una mitad, de la mitad de un todo, que fue completado durante aquellos siete meses.
No te estoy diciendo adiós, amor. Te estoy abriendo las puertas al país de las maravillas; un lugar creado únicamente para ti, para mí y para este sentimiento tan grande, que no puede dar cabida en un mundo tan pequeño como este.
Hoy empiezan nuestros 242 días juntos, que vendrán seguidos de 364 más, de otros 365 y de estos multiplicados hasta su infinito. Y mi única pregunta, amor, es... ¿Me permitirás pasar el resto de mis días a tu lado?
Te amo.
Se quedaron atrás los abrazos a escondidas, las risas en cada esquina, los roces de nuestras manos, las miradas furtivas entre una multitud de gente que no nos entendía. Este pretérito imperfecto siempre me recordará a ti, y a la felicidad que me invadía al darme cuenta de que formaba parte de una mitad, de la mitad de un todo, que fue completado durante aquellos siete meses.
No te estoy diciendo adiós, amor. Te estoy abriendo las puertas al país de las maravillas; un lugar creado únicamente para ti, para mí y para este sentimiento tan grande, que no puede dar cabida en un mundo tan pequeño como este.
Hoy empiezan nuestros 242 días juntos, que vendrán seguidos de 364 más, de otros 365 y de estos multiplicados hasta su infinito. Y mi única pregunta, amor, es... ¿Me permitirás pasar el resto de mis días a tu lado?
Te amo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)