Ahora lo sé, estás hecho para mí. Eres tú, eres mi chico. Eres él.
Y lo sé porque tus ojos me lo dicen, tus besos me lo demuestran, tus abrazos y tus caricias se quedan atrapados en mi piel, grabados como un tatuaje, imborrable.
Y me miras con esa cara, ese gesto repentino que no dura más de dos segundos, y sé que te pasa algo.
- ¿Qué?- Te digo susurrando- ¿En qué piensas?
- Tonterías...- Me miras, sin poder evitar poner de nuevo esa mueca. Me dan ganas de abrazarte, te cojo de la mano y te paro, para que me mires a los ojos.
- Dime qué pasa- Te acaricio la mano. Me miras, sin saber qué decir.
- Bea... Me gustas mucho, pero un montón. Y... Cada día me gustas más y más, y quiero pasar más tiempo contigo. Y eso.. Me da miedo. Siento como un temor aquí dentro- Siento como me invade el sentimiento de añoranza. Ya te echo de menos y aún no nos hemos despedido. Te quiero. Y siento ganas de llorar mientras sigues hablando, mirándome profundamente a los ojos- Nunca me había pasado esto, de verdad.
Te abrazo, te doy un beso lento en los labios, sintiéndote, mirándote. Te suelto, seguimos caminando uno al lado del otro, unidos por nuestros dedos, y miro al suelo, sintiendo que las ganas de llorar son cada vez más fuertes.
Me miras, preocupado.
- No mires al suelo, por favor.Cuando miras al suelo es porque piensas en algo con tristeza, así que, cuando pienses en algo así mira siempre hacia arriba, ¿vale?
Te miro, otra vez. No puedo soportar pensar en que te vas a ir y esto va a acabar. No puedo, no puedo... No puedo. Aún así miro hacia arriba.