Soledad indecente. Cúmulo de sensaciones. Tú, el cielo.
Todo es extraño, desconocido.
Me veo en todas partes pero no pertenezco a ninguna.
El tiempo pasa orgulloso de sus hazañas, sin conciencia. Sin saberla.
Y yo sigo llorando, añorando unos brazos que no retornan nunca.
Allí donde brillan las estrellas, allí donde la visión se nos escapa. Ella, el cielo.
[En memoria de mi abuela, a la que siempre querré, y de la que aprendí demasiado para poder olvidar.]
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