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Existe un lugar distinto a cualquier otro, un país de maravillas, de misterios y de peligros. Dicen que para sobrevivir en él hay que estar tan loco como un sombrerero. Por suerte... Yo lo estoy.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Pequeña parte del mundo.


Bueno, esto es algo que escribí hace un tiempo para una amiga, Lorena ♥


Pequeña parte del mundo.

Lorena miró al cielo, justo en el momento en que empezaban a caer las primeras motitas de nieve. Sonrió, maravillada, alargó los brazos a ambos lados y empezó a girar sobre sí misma, sintiendo cómo la nieve mojaba su cara. El invierno ya estaba aquí, helado, deslumbrante, frío, maravillosamente perfecto. Y eso le encantaba, se apoderaba de ella una sensación de felicidad inmensa, tan grande como cuando llegaba la primavera, el invierno, o incluso el otoño. Lorena era feliz, y todos lo sabían.

14 de Febrero, invierno, nieve, felicidad y un Sol resplandeciente. Lore corriendo por las calles vacías de la ciudad, que poco a poco se llenaban de personas y que, al igual que ella, disfrutaban de aquel regalo invernal. Los vecinos la miraban, sonrientes, acostumbrados a verla reír sin parar y sin importarle todo lo demás.

Ella corría, sonreía, reía, y corría más. Todavía más. Sabía a dónde se dirigía. Quería llegar allí cuanto antes, al mismo tiempo que la nieve, deseaba ser su regalo invernal.

A lo lejos, su pequeña casita roja, acojedoramente familiar empezaba a saborear la nieve, aportando felicidad al paisaje, aportando felicidad al ambiente, a ella. Su pelo estaba ya mojado y sus manos entumecidas. Le encantaba. Saltó hacia la puerta y la golpeó impacientemente con los nudillos. Tenía la nariz helada.

Alguien se acercó a la puerta. Él, perfectamente despeinado y adormilado, con una maravillosa sonrisa enamorada en la cara al verla y esa barba de tres días que tantísimo le gustaba a ella. Sus ojos verdes resplandecieron al contemplar el exterior. Se apresuró a abrir la puerta y miró maravillado a su alrededor. La nieve espolvoreaba las calles de blanco como en un sueño, y ella estaba plantada en mitad de él, tan preciosa como siempre, tal y como la amaba.

- Feliz San Valentín- Dijo con la voz agitada y la mejor de sus sonrisas emocionadas en la cara- El mundo no estaba a la venta, espero que te conformes con una pequeña parte del él.

Él sonrió, extasiado, se abalanzó sobre ella y la atrapó entre sus brazos, inundándola de besos. Nunca había amado tanto a alguien, y Lorena nunca sería alguien, siempre lo sería todo.

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